Mi amarillo... *Libre~*

No es que sea día de mala suerte, pero que su pintura se caiga al agua ya era bastante malo como para decir que era el año de mala suerte. Keith observaba arrodillado a la orilla cómo el envase de su tan preciada pintura se hundía cada vez más en las profundidades de aquellas aguas, coloreando de amarillo el líquido alrededor. El pequeño envase de pintura amarilla dejó de verse apenas tocó el fondo, y Keith sólo atinó a seguir mirando el agua, como si fuese a recuperar todo con su sola mirada.

Ahora, ¿Qué hacer? No podía meterse, no cuando estaba el mar tan profundo. Ni mucho menos pedir ayuda, pues el lugar parecía solitario. Hacer sus naipes tranquilamente ya no era una posibilidad, así que… lo único que le quedó fue continuar con la mirada puesta en el agua que cada vez se ponía más amarilla por culpa de su pintura.