Caída a otro mundo~ [Lovino]

El aire chocó bruscamente contra la cara del italiano que ahora gritaba mientras caía por un hoyo que parecía no tener fin.

- Lovi, Lovi, ¡Vee~! -gritó llamando a su hermano. Abrió los ojos para intentar ver por donde caían más todo el viento se encajo como agujas en sus orbes ambarinas así que volvió a cerrarlas con fuerza deseando que todo fuera un sueño.

Su cuerpo impacto contra el duro mármol del que estaba hecho el suelo, fue ahí donde entonces se permitio ver en donde seguramente se encontraba. Era un cuarto pequeño, angosto y parecía algo viejo. Tenía varias puertas alrededor y una cortina roja algo empolvada cayendo del techo al suelo.

Se levantó con dificultad gracias al reciente dolor que crecía de su nuca hasta recorrer toda su columna vertebral. Dirigó la vista el techo, viendo como el hoyo se extendía hacía arriba y parecía infinitamente largo, tal vez era imposible volver a subir.

- ¡Estamos atrapados para siempre, vee~! -lloriqueró lleno de terror mientras temblaba ligeramente. Buscó con su mirada a los lados esperando encontrar a su hermano.- ¡Hermanito, hermanito! -sollozó con fuerza. El chico era todo un cobarde.

Sentí como el aire chocaba contra mi rostro mientras caía, ¡¿que no se suponia que era una olla de pasta?!

-¡Quedate cerca tonto!- grite al oir la voz de mi hermano cercana, mas al no poder abrir los ojos no podia vereficar cuan cerca.

De repente me senti chocar contra el suelo helado, para finalmente abrir mis ojos lentamente. Respire profundo tratando de amitigar el dolor, cuando escuche la voz quejosa y llorona de mi hermano, suspire mientras me levantaba del suelo viendo la habitacion en la que me encontraba.

-Aqui estoy Veneciano..- murmure un poco monotono, seguia doliendome un poco la cabeza mientras posaba mi mano en el hombro de mi hermano.

Gritó con más fuerza cuando sintió que algo o alguien extraño tocaba su hombro, estaba a punto de salir corriendo despavorido hasta que escucho la voz de su hermano, cosa que lo tranquilizo, pero solo un poco.

- ¡Romano! –rápido se dio la vuelta para aferrarse a este con fuerza- ¡estamos perdidos, no saldremos de aquí jamás! ¡Vee~! –lloriqueó escondiendo su cabeza en el valle de la curvatura del cuello y el hombro de su gemelo- ¿Q-Qué vamos a hacer? –levantó un poco la mirada tratando de ver la expresión que por este momento cruzaba el rostro de Lovino, pero las lágrimas acumuladas en sus ojos no lo dejaron ver bien, veía borroso.

¿Cómo es que habían terminado así? ¡Si su día iba perfectamente desde al amanecer! Se había levantado algo tarde, como era su mala costumbre, había desayunado un gran plato de pasta y después se había ido a ir a ayudar a su madre como siempre en el restaurante, sirvió comida a unos cuantos clientes que eran muy amables. Posteriormente se la había pasado el resto de la tarde entregando pedidos a domicilio, y por un momento pensó que su día no podía ir mejor cuando vio la gran olla de pasta… que ahora los había transportado a él y a su hermano a un lugar indefinido que no sabría decir cuál es.

Sentí mi cabeza replicar ante su repentino abrazo, por un pequeño instante creí haber sentido un poco de humedad en mi cuello pero lo corrobore al ver los ojos acuosos de mi hermano. Me resentí un poco a abrazarle, pero trás unos segundos pase mi brazo por su cintura y mi mano libre por su cabello, evitando claramente aquel rizo que tanto a el como a mi nos afectaba.

-Ya, no seas llorica que vamos a estar bien- murmure enfadado con mis crueles palabras que no hacian mas que ocultar la verdadera preocupacion y deseo de proteger a mi hermano.

Fruncí el ceño mientras seguía escudriñando con mi mirada la habitacion, viendo una pequeña mesita en el centro, y justo en medio de ella, un gran tomate rojo y redondo. Tragué saliva mientras parpadeaba sorprendido, si algo en lo que era bueno, era en saber que ingredientes eran buenos. Y ese tomate, era perfecto.

Talló con su brazo las lágrimas de sus ojos y recibió gustoso las caricias que su hermano mayor depositaba en su cabeza. Una vez que pudo ver, dirigió su mirada buscando la de las orbes ambarinas gemelas, más se dio cuenta que estas tenían su atención fija en otro punto. Giró un poco la cabeza para ver de qué se trataba y grande fue su sorpresa al ver un tomate en medio de una mesita en el centro de la sala.

-Mira, hermanito, ¡un tomate! –exclamo emocionado soltándose de golpe del abrazo protector de Romano. Corrió dando unos cuantos tropezones por el camino antes de llegar al gran tomate. Lo tomo entre sus manos volviéndose para ver a su gemelo, alzó el condimento de color rojo hacia arriba en un gesto victorioso. Corrió de vuelta con su gemelo.- ¿Qué deberíamos de hacer con él? –preguntó mirando con atención el objeto que traía entre manos.

Mire como mi hermano corría hacia el tomate como si nada. Descuidado y confiado, como siempre.

-Hum.. No sabemos quien lo dejo ahí, o que pueda contener..- murmure desconfiado frunciendo el ceño y torciendo mis labios, en mi caracteristico gesto molesto. Tome el tomate de las manos de mi hermano, para llevarlo al nivel de mi vista, y dandole vuelta lo escudriñe completamente. Seguí con mi juicio, olisquiando todo su contorno.

-No parece extraño- musite suavizando un poco mi ceño, y finalmente llevando el tomate a mi boca. Di una pequeña mordida, y trague con facilidad.

Tres segundos despues, ya estaba en el suelo inconsciente.

El chico se sintió aliviado al ver a su gemelo suavizar su mirada al examinar bien el tomate. Más el alivio se fue tan rápido como llego cuando Lovino cayó inconsciente al suelo sin más.

- ¡Ah, Romano, Romano! –chilló sintiendo como las lágrimas se acumulaban de nuevo en sus dorados ojos. Tomó los hombros del mencionado para después agitarlo una y otra vez, primero lentamente pero cada vez aumentando la dureza de la sacudida al no ver reacción por parte del otro.

Sintió el temor otra vez apoderarse de su ser al verse prácticamente solo en aquel oscuro y sombrío lugar. Sin dudar un segundo se acostó a un lado de su gemelo aferrándose a él pasando sus brazos por la cintura contraria, como si eso fuera a esfumar a un monstruo, asesino o lo que fuera, en caso que desapareciera. Pero el pobre no sabía que mas hacer.

Abrí mis ojos con lentitud al sentirme zarandeado, y ser llamado por una voz conocida, mas tarde unos segundos para reaccionar completamente. Sentí el brazo de mi hermano rodearme y aferrarse a mi completamente con desespero, ese acto me desconcerto y preocupo un poco.

-¿Huh? ¿Que te pasa Ita-chan? ¿Estas bien?- pregunte viendome capaz de ya hablar con coherencia, mientras llevaba nuevamente mi mano a la cabeza de mi hermano, acariciandola tierna y dulcemente, algo muy raro en mí, -Ne ne.. hermanito..- le llame inocentemente al no tener respuesta suya.

Giró rápidamente su cabeza al escuchar la voz de su hermano que le sonaba extrañamente dulce. Miró con mucha fijesa la expresión del rostro del otro, había algo que no cuadraba, más esto no hizo que deshiciera el abrazo.

- Lovi-niichan, ¿estas tu bien? Actúas... raro -su vocecita dulce y aniñada resono por las paredes de aquel extraño salón que parecía no tener precedente en el mundo.- ¿que te hizo el tomate? -desvió la mirada buscando al objeto mencionado por algún lugar del suelo.

Sonreí alegre al notar que mi hermano estaba bien, -¿El tomate..?
- pregunté un poco confundido dirigiendo mi vista hacia el lugar donde daba la de mi hermano, -¡Ah, ese tomate!- dije sonriendo nuevamente, mientras me levantaba lentamente, llevandome a mi hermano conmigo.

-Uh.. Ahora que lo recuerdo, sabia un poco raro, sera mejor que no lo puebres, ne?~- murmure con una mueca para despues reir y abrazar a mi hermanito con dulzura, -Ah~ ¡Ita-chan es tan calido!~- exclame acurrucandome entre su cuello, -Ne ne~ Te quiieerooo~- susurre tiernamente haciendo un eco en la ultima silaba.

Se aferró un poco más a la cintura de su hermano cuando este se levanto, así evitando caer de espaldas. No pudo evitar sentirse completamente sorprendido y desorientado por el repentino cambio de humor de su pariente. ¡El no era así!.

- Yo también te quiero mucho hermanito, mucho, y lo sabes... pero eh... -dudosó de continuar miro hacia otro punto indefinido que no fuera ellos. Debía admitir que le daban nervios preguntarle cosas a su hermano, temía que este reaccionara de manera violenta y lo golpeara, como solía hacerlo.- ¿Porque actuas así...? ¡No pareces tu! -cerró rápidamente sus ojitos con fuerza esperando algún impacto de golpe.

Mire extrañado como mi hermano se encogía entre mis brazos, para separarme un poco de él y hallarle con los ojos cerrados con fuerza innecesaria, -¿No parezco yo..?- pregunte confundido mientras llevaba una de mis manos a la barbilla de mi hermano, la cual alze suavemente tratando de que me viera a los ojos, -Pero yo me siento bien, es más, muy feliz de estas con Ita-chan- canturrie mientras le daba un beso casto en los labios a mi hermano, era una costumbre que teniamos de pequeños, pero que yo habia alejado al crecer, ¿Hum..?, me pregunto porqué.

Abríó los ojos con lentitud cuando sintió la mano de su hermano en su barbilla, lo miró a los ojos unos instantes para después recibir sin oposición alguna el beso de su gemelo. Se separó de el por necesidad de aire. Lo miró con una gran sonrisa feliz de que se acordara de la costumbre que tenían cuando eran pequeños.

- Vamos, tenemos que buscar una salida, vee~ -se arrodilló en el suelo soltandose del agarre con su hermano mayor, aunque casi instantaneamente tomo la mano de este y lo ayudo a pararse también. Miro a todo su alrededor poniendo más atención a las puertas- tal vez podamos salir por una de esas -con su mano libre, apuntó a una de las grandes entradas -o salidas- echas de madera, ya algo gastada.

Asentí ante la idea de mi hermano y me dirigí a la puerta mas cercana, trate de girar el pomo de la puerta, pero al parecer estaba cerrada. Seguí con la siguiente puerta, recibiendo la misma respuesta. Suspire mientras probaba con la tercera y ultima, -¡Estan todas cerradas Nii~chan!~- murmure con una mueca lastimera mientrás veía el pomo tambien forzado.

Suspire mientras dirigía mi vista hacia mi hermano, logrando ver unas grandes cortinas, de color vino detrás de él. Se veían algo gruesas y empolvadas, pero por alguna razón me llamaron la atencion.

Me dirigi a ella y las corrí, dejando a la vista otra puerta, pero esta a diferencia de las otras, era pequeña, demasiado como para que un humano entrara por ella.

-Que extraño.. ¿Una ratonera?- me pregunte confundido

Siguió con la mirada todos los movimientos de su hermano gemelo, viendo que este no había conseguido abrir al menos una de las tantas puertas que había. Miró por una fracción de segundo a Lovino notando que este al parecer había descubierto algo porque salió disparado hacia unas cortinas que se encontraban a espaldas de el. Se dio la media vuelta para observar que era lo que causaba curiosidad en su gemelo y se encontraron con una denominada ratonera.

- Abrámosla para ver que hay del otro lado, vee~ -se arrodillo para quedar a la altura de la pequeña puerta. Pegó su rostro contra el suelo, sintiendo un escalofrío por su frialdad.

Agarró lo que vendría siendo el pomo de la diminuta puertecita con el dedo índice y con el pulgar, abriendo esta dejando entrar atra vez de la abertura un az de luz que cegó al menor de los italianos al instante. Este se frotó los ojos con los puños para después parpadear varias veces tratando de acostumbrarse a la repentina luz.

Mire con extrañeza a mi hermano que se encontraba casi tirado en el suelo, -Ne, Ita-chan, ¿que ves?- pregunte curioso al verlo parpadear constantemente, me arrodille a un lado de su cuerpo, y al igual que el, pegue mi mejilla contra el suelo para dejar a mi vista cerca de la pequeña puerta, ¿Que es, que es?- pregunte curioso

Una vez que se acostumbró a la luz pudo divisar que a través de la puerta había un estilo jardín en el exterior.

- ¡Es la salida, estoy seguro! Vee~ -se levantó del suelo para mirar a su hermano, que se había tirado al suelo con el.- No podremos entrar por ella, está muy chiquita –exclamó haciendo una mueca de disgusto por la mala suerte que se le estaba presentando.

Sacudió un poco sus ropas mientras echaba una ojeada alrededor esperanzado de encontrar algo que los pudiera ayudar a salir de allí.

Me asome por la pequeña puerta, una vez que mi hermano se alejo dejandome libre el camino. Tardé unos segundos en acostumbrarme a la luz, logrando ver un jardín hermoso y realmente extenso.

-¡Waaai! ¡Ne, niichan! Tenemos que ir, ¡si si?!~- dije realmente animado mientras me levantaba del suelo y abrazaba a mi hermano, una conducta de verdad extraña en mí, -Huh? Que es eso?- pregunte señalando unos frascos pequeños detrás de el.

Correspondió al abrazo, mientras miraba un poco dudoso a su gemelo. Ese comportamiento amigable, adorable y tierno no eran para nada normales en Romano. Quiso preguntar de nuevo si se encontraba bien, pero alomejor no era la mejor ocasión; tal vez cuando salieran de aquel lugar.

- ¿Que es que? -pregunto intrigado volviendo su vista al lugar donde apuntaba su hermano. Habían dos frascos pequeños.- ¡Tal vez pueda ayudarnos, vee~! -repuso con animo deshaciendo el abrazo pero tomando la mano de Lovino para que se mantuviera cerca.

Echó a correr hacia los frascos y tomó uno, dandole vuelta para ver que instrucciones tenía, pero lo único que decía era un gran "Tómame".

-

Seguí a mi hermano de cerca, y alcanze a leer a través de su hombro, las supuestas instrucciones que contenía el frasco.

-Mm~ bueno, deberiamos tomarlo, ahi lo dice, ¿no?- pregunte como si fuera lo mas obvio del mundo, desde que habia despertado me sentía mas inhibido y despreocupado, un tanto como mi hermano..

Pero bueno, ¿Eso que importa?

-Al mismo tiempo, ¿si Ita-chan?- pregunte mientras agarraba el otro frasco y lo abria.

Vio como su hermano abría el frasco de manera despreocupada, cosa rara en el. Decidió hacer lo mismo con el suyo, girando la tapa hasta que quedara libre la botella lista para ser bebida.

- ¡A la cuenta de tres! –dirigió aquel fino cristal de la botella a sus labios, listo para beber- uno… dos… -murmuró sin que se le entendiera muy bien lo que decía- ¡tres! –inclinó el vaso tomando un sorbo de lo que sabía a leche. Estaba decidido a tomar más, pero un mareo lo hizo quitar aquella bebida de su boca.

Enfocó su vista al suelo, ya que si la movía a otro lado, le dolía más la cabeza. Cerró con fuerza los ojos sintiendo una extraña ligereza en su cuerpo, volvió a abrirlos para darse cuenta de que todo el salón se veía demasiado grande. La mesita de centro que hace unos minutos parecía mediana, ahora parecía tan grande como lo era un edificio. Miró asombrado a su alrededor, viendo también como las puertas se habían vuelto enormes. Se volvió para echar un vistazo a sus manos, que parecían exageradamente pequeñas, entonces se dio cuenta de que…

- ¡Oh, nos hemos encogido! –chilló con fuerza, más su voz no hizo eco alguno.

Tomé del frasco en cuanto mi hermano menciono el tres, y como si de un dejá vu se tratara, me mareé un poco y mi cabeza dolio, mas no tan fuerte como la vez anterior. Llevé ambas manos a mis ojos, tapandome la vista y a la vez tratando de calmar el dolor de mi cabeza.

Reaccioné de nuevo cuando oí chillar la voz de hermano, totalmente sorprendido, -¿Ah, de que hablas Ita-chan?- pregunto bajando sus manos y viendo a su alrededor, todo era demasiado grande. ¿Cuando habia crecido la habitacion?

Se movió inquieto de un lado al otro confirmando que, en efecto, se habían encogido. Miró a su hermano con cara de duda y después se le ocurrió una brillante idea.

- ¡Tal vez ahora si podemos entrar por la puerta! –corrió a ella gran velocidad como alma que se la lleva el diablo- ¡Lovi, Lovi, si quepo, si quepo, vee~! –gritó con alegría viendo como su cuerpo se ajustaba perfectamente al tamaño de la antes pequeña puerta.