Un improvisado paseo real -Libre-

De nuevo estaba huyendo de sus tareas como rey, a pesar de que estas eran pocas, quien realmente gobernaba sobre Wonderland era la Reina, y él simplemente no era más que una especie de figura que aparentemente tenía poder, pero que realmente era escaso, casi nulo.
Pero eso no lo sabía nadie, o al menos eso pensaba el Rey de Corazones.

Suspiro tranquilamente y continuo su paseo eterno entre los hermosos rosales que el jardín le regalaba.
Hasta el momento nadie se había aparecido ante él, y así lo prefería, no tenía muchas ganas de estar serio.

Alzo su vista hacía el lado de los rosales blancos y vio como el duque Ciel salía de ese lugar. También sabía que los caprichos de la Reina era no tener ninguna rosa blanca y que todas fuesen rojas, pero él, a pesar de ser Rey no tenía poder para llevarle la contraria.

Sonrió de medio lado y le dedico un cordial saludo con la mano.

- No esperaba verlo por estos lugares, duque Ciel, ¿Qué le trae por aquí? – cuestiono al joven mientras se acercaba a su lado.

Observó al muchacho con la sonrisa aun en su rostro dibujada, Sabía que a muchos les atraia las blancas y escondidas rosas, en peligro de extinción en aquel pais.
Miró en dirección a donde estas flores tan escasas se encontraban y suspiró largamente de nuevo.

- ¿No crees que es una pena que la Reina no quiera rosas blancas? Estas son más hermosas que las rosas rojas… – comentó con interés mirando cual sería la reacción del joven duque.
- Pero no vayas a decirle nada sobre mi comentario a la Reina, ¿De acuerdo?~

Más aliviado tras el juramento del duque comenzó a pasear por el jardín de nuevo, esperando a que el otro muchacho le imitase y le siguiese para poder mantener una charla amena y que le distrajese el agradable momento que estaba pasando.

- Últimamente esta todo relativamente tranquilo, ¿No lo cree, duque Ciel? – torció la cabeza hacía él, haciéndole una señal para que se posicionase a su lado y le acompañase a caminar.

Empezó a andar, llevándose las manos a los bolsillos de la chaqueta color rojo oscuro que vestía en aquella ocasión.

- Las cosas por palacio están también bastante tranquilas y todo va como siempre, la Reina tiene sus ataques de histeria, pero se les pasa pronto, por lo demás… – relató como si tal cosa.

Era bastante normal que entre la realeza y la nobleza hubiese confianzas a pesar de apenas haber hablado o visto.

Chasqueo la lengua ante la siguiente pregunta del joven duque. Si, le mandaba cosas más dificiles que hacer, pero siempre o terminaba no haciéndolas o terminaba mandándolas hacer a otra persona subordinada a él.

- Sí, sí que me manda cosas difíciles que hacer, pero les paso mis deberes secundarios a los subordinados y yo solo me encargo de los deberes propiamente dichos de Rey, que no son muchos… – dijo rascándose la sien un poco, mientras le echaba un vistazo al muchacho.

- Tener tanto tiempo libre es demasiado aburrido, duque Ciel, me hacer caer en demaciados vicios e de admitirlo -

Y así era la realidad, tenía tanto tiempo libre y la Reina pasaba tanto de él desde hacía un tiempo, que optó por buscases hobbies de los más variopintos y extravagantes, como por ejemplo camuflarse de simple habitante de Wonderland e ir a las tabernas a jugar al poker, hasta que tenía que huir porque se había quedado sin dinero alguno para apostar.

- Y ahora dejeme preguntar a mi, ¿Qué se dedica en su tiempo libre? -

- ¿Juegos de mesa? ¿Qué clase de juegos? -

Claramente no estaba dandole doble sentido a su pregunta, siemplemente se intereso por los gustos en las clases de juegos del duque, pues quizás con suerte algún día podrían jugar ambos al ajedrez y así se dejaría de correr riesgos innecesarios, aunque el ajedrez no fuese lo suyo claramente.

¿El billar? Ese juego le apasionaba también, solía jugar bastante amenudo en los bares cuando iba de incognito

- Estaría encantado de jugar con usted al billar cualquier día, ese juego me apasiona - comentó sonriendo y parandose, ya que había llegado al final del camino donde las rosas se encontraban.

- ¿Quieres continuar paseando hacía adelante y volvemos a los rosales? - preguntó

No digo nada más u continuo su camino hacía delante, entrando ahora en una zona de grandes prados verdes y llenos de vida, con mucha diversidad de flora en ellos.
Respiró el aire puro y lo expulso con gusto. No todos los días se podía respirar ese aire tan puro.

- En palacio hay una sala habilitada para juegos de esa clase, asi que queda invitado para cuando desee pasarse, será siempre bienvenido. - dijo con cortesía, mientras miraba al joven noble.

Sonrió también y comenzó a contemplar las flores del lado contrario al que Ciel estaba mirando.
Realmente era algo mágico cuan variedad de especies convivián y crecian en aquellos lugares sin que ningun conflicto sucidiese.
Eso seguramente era a causa de el buen gobierno que ejercian como reyes, a pesar de que estuviesen algo chiflados

Al escuchar dicho comentario no pudo hacer otra cosa que echarse a reir. Imaginó que la Reina mandaba como debía de vestirse todo el mundo y fue demasiado chistoso.

- Sí, es una suerte de que nos libremos y podamos vestirnos como queramos - dijo entre risas

Ya dejando poco a poco de reir, fue recuperando la compostura, limpiando unas pequeñas lágrimas que de sus ojos habían salido, provocadas por la risa que todo aquello le hizo.

- A mi me gusta el rojo mucho, pero tampoco quiero ser un corazón con piernas y que sepa andar. Para ello ya estan el ejercito de corazones - y así era, esos pobres siempre debían de vestir de rojo pese a cualquier cosa, y lo sabía de primera mano pues estuvo durante bastante tiempo dentro de ese cuerpo del orden.