Habitación de las pasiones -Privado Hugo-

Todo lo rápido que pudo ir sin aparentar estar ansioso de llegar a la habitación fue lo que camino. El castillo contaba con infinitas habitaciones las cuales estaban a su entera disposición, y aquella que nunca antes había usado para eso por fin iba a tener su utlidad.
Hasta el momento solo usaba aquella habitación para dar rienda suelta a sus intimas fantasias, las cuales se veia obligado a apagar él mismo.

Nada más llegar y que el el general entrase cerró bajo llave la puerta, dejando la llave sobre una mesita cercana que tenía esa función.

- Aquí no nos molestara nadie - murmuró mirandole de reojo, en sus ojos brillaba cierta pasión y lujuría provocadas por el otro.

No pudo evitar que un leve sonrojo se colase en sus mejillas al ver de la forma tan provocativa con la que le estaba tentando. Agarro sus manos y continuó él el trabajo de deshacerle de la ropa.

- Dejame hacerlo a mi... - murmuró desabrochando todos los botones de su chaqueta para luego pasar a los de la camisa.
En cuanto algo de piel desnuda se dejo ver, paso la yema de sus dedos por esta, de forma suave y sensual, deleitandose con la sensación tan suave y electrizante que le provocaba.

Ante el nuevo contacto con sus labios, correspondió el beso con la misma pasión que el otro, sin reprimir un debil gemido que salio de su boca por el contacto.
Sus manos, por otra parte, terminaron de desabrochar la blusa por completo, y ansioso, buscó más contacto contacto con la cálida y tersa piel del pecho del general de los tréboles.

Viajaban a su antojo por todo el pecho, como buscando algo que hubiese perdido.

Un escalofrio de placer recorrió su espina dorsal como si de una descarga electrica se tratase, provocando que cerrase los ojos con más fuerza y jadease con más intensidad sobre los labios ajenos de forma sensual.

Se agarro del cinturón del pantalón de Hugo, mientras que dócilmente dejaba hacerse a las manos del otro, entregandole cada uno de sus suspiros.

- Hugo... - gimió con voz suave y baja su nombre, volviendo a besarle con renovadas fuerzas

Era demasiado, sentirlo tan pegado a él, piel contra piel, solo hacía que su exitación subiese más y más, provocando que paulatinamente el sentido racional saliese de él.
Agarrandole por la evilla del pantalón y sin despegarse de aquel fogoso beso, lo arrastro hasta la cama, dejandose caer de espaldas, con él encima.

Cuando estuvo sobre él, paso los brazos por su cuello, acariciando su cabello negro con cariño, jadeando dentro del beso.

A desgana rompió el beso, jadeando a causa de la falta de aire y la exitación, se incorporó quedando sentado sobre sus caderas, apoyando las manos en su pecho, acariciandolo suavemente, de abajo hacía arriba.
Con el movimiento de las manos, comenzó a mover la cadera, creando una deliciosa fricción entre ambas entrepiernas, que provocó que agachase la cabeza cerrando los ojos y dejando escapar suaves y timidos gemidos de sus labios.

- Hugo.. Nng, estaba deseando provar esto de nuevo... - confesó sin vergüenza alguna al general, mirandole de reojo con lujuría, incitandole a que le tomase pronto.

- A-ah!~ ... - un gemido de sorpresa salio de sus labios al notar como el pelinegro torturaba sus pezones. - ...Sige haciendo eso. - rogó con voz totalmente sensual mirandole a los ojos de nuevo, sin apartar la vista ni un momento, ya no importaba lo demás, solo ellos dos.

El pantalón comenzaba a resultar molesto, por lo que a regañadiente paro el vaivén y desabrocho su pantalón y el de Hugo casi arrancandolos.

Las sabanas se deshacian poco a poco, bajo sus movimientos llenos de lujuría más que de otra cosa.
Al encontrar al otro sentado frente a él, besando y mordiendo su torso, suspiro con deseo, observando con los ojos muy brillantes el excelente trabajo que estaba realizando al devorarlo.
Pasaba sus manos con ternura por el cabello del moreno, despeinandolo, y entrelanzando sus dedos en él, arqueaba levemente la espalda, intercalando jadeos y suaves gemidos a cada uno sus besos y mordidas.

Correspondio aquel beso lleno de deseo y pasión. Lo había estado deseando para acallar de alguna forma los gemidos que le estaba provocando.
Agilmente y con astucia fue pegando más y más su cuerpo al ajeno, quedando completamente pegado el uno al otro, sintiendo como a causa de aquel contacto entre sus pieles, la excitación del rey de corazones se hacía más notable bajo la ropa.

No tuvo más remedio que romper el beso a regañadientes, pues el aire comenzaba a faltarle en los pulmones, y obviamente no deseaba morir en un momento así.
Con los ojos entreabiertos miro al general de los tréboles con deseo, incitandole a que continuase más allá de los simples besos, pero sabía que para estar más seguro debía de darle una ''orden''.

- Quiero que hagas lo que desees... - ordenó en un murmulló lleno de lujuría.